Se me ocurrió echar una revisada a las Crónicas y oh, sorpresa, no hay registros míos en los últimos meses, quién sabe si años. No es que no haya ocurrido nada, no. Mucho menos que el verbo emotivo de C haya castrado mi musa. El trabajo ha estado fuerte, es verdad, pero siempre queda tiempo para el Facebook, así que ¿por qué no para el blogger?
Podría pasar horas y párrafos enteros filosofando sobre cómo nos hemos acostumbrado a la vida anglo. Convencería hasta al más escéptico de que nada emocionante nos ha ocurrido luego de que nos encontramos a Collin Farrell y más recientemente a Larry Mullen Jr.
Sin embargo, nada de esto explica mi sequía bloggística. Las únicas razones para tal desacierto no son más que la flojera y mi continuo apego a lo único con lo que soy consistente: la procrastinación.
En vista de que estos azotes de barrio particulares me separan de los cada vez más escasos lectores, desde hoy me obligo a escribir aunque sea tres líneas a la semana. Veamos si así esto vuelve a coger vuelo. Una cosa sí advierto: al aumentar la frecuencia de mis escritos pueden esperar un incremento exponencial el nivel de gamelote (bastan estos cuatro párrafos como muestra).
Saludos a los que aún quedan por aquí,
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